OIL & GAS

Las claves de la tormenta perfecta y lo que se viene para Vaca Muerta

La recuperación del sector energético será muy compleja. Las limitaciones del barril criollo. El gas en situación crítica. Qué puede pasar con las tarifas y los precios en surtidor, según el escenario planteado por la consultora Economía & Energía.

La actividad en Vaca Muerta está en jaque por el coronavirus.

Demanda de petróleo y combustibles por el piso, yacimientos paralizados, refinerías al tope, abundancia de producción, una pelea silenciosa entre empresas por el precio del crudo, pérdidas de puestos de trabajo, pymes al borde la quiebra, son los síntomas del ataque del coronavirus que dejó postrada a la actividad en Vaca Muerta. La recuperación se vislumbra lenta y dolorosa.

Según datos brindados por Nicolás Arceo, ex vicepresidente de Administración y Finanzas de YPF, y actual director de la consultora Economía & Energía, la caída de la demanda por el aislamiento social en el país fue del 70% para las naftas y 50% para el gasoil, lo que generó que en mayo las refinerías registren un nivel de procesamiento de crudo del 53% menos (225 mil barriles diarios) que el mismo mes de 2019.

El parque refinador funciona al 35% de la capacidad. Esa situación desencadenó cierres de yacimientos y almacenamiento de petróleo en barcos. Según Arceo, hoy en la costa argentina hay seis buques que guardan crudo; tres fueron contratados por YPF, dos por Shell y uno por Trafigura. 

El crudo para la exportación se somete a descuentos de entre 10 y 15 dólares por barril, cuando el Brent ronda los 30 dólares.

El consultor estimó que durante este mes se profundizará el cierre de pozos. Como adelantó PSh, en la Cuenca Neuquina, donde ya se paralizó producción de importantes yacimientos como Loma Campana (YPF), Bajada del Palo Oeste (Vista), Bajo del Choique- La Invernada (Exxon) y Sierras Blancas (Shell), es de esperar que los recortes se acentúen. 

Las petroleras tratarán de sostener en funcionamiento los yacimientos con recuperación secundaria y terciaria, porque cerrarlos puede derivar en el ahogo de los pozos, y dado el bajo de nivel de reservas, su reapertura seria demasiado costosa para la economía de los proyectos.

Durante una videoconferencia organizada por el Grupo SBS, Arceo destacó que, además de la falta de demanda, el crudo local para la exportación se somete a descuentos de entre 10 y 15 dólares por barril, cuando el Brent ronda los 30 dólares.

¿Sirve el barril criollo?

En este contexto, el consultor destacó que la instauración de un precio sostén para el petróleo en el mercado interno no tendrá impacto en la actividad en Vaca Muerta en el corto plazo, porque consideró que una vez que se salga de la cuarentena y se reactive el consumo de combustibles, la demanda de las refinerías actuará sobre los stocks propios y el almacenamiento flotante. Así es que los efectos en la producción no se verán hasta el segundo semestre del año.

El impacto del coronavirus, según Arceo, enfrenta al gobierno nacional ante dos alternativas de política petrolera, cada una con sus costos y beneficios:

1. Establecer el import parity: permitirá reducir entre un 25 y un 30% los precios en el surtidor y apuntalar la competitividad de la economía. La otra cara de la moneda será una gran contracción a mediano y largo plazo de la producción de petróleo que abrirá la puerta a la necesidad de importar grandes volúmenes hacia 2021. La actividad en Vaca Muerta se desplomaría junto con los puestos de trabajo y los ingresos de las provincias productoras, lo cual desataría una fuerte conflictividad social.

2. Restablecer el barril criollo: permitirá sostener niveles de actividad mediano y largo plazo y minimizar el impacto en la producción, a costa de una pérdida de competitividad relativa de la economía. 

Nicolás Arceo, ex vicepresidente de administración y finanzas de YPF.

La pelea por el barril

Alrededor del precio sostén hoy se libra una sorda batalla entre dos grandes segmentos de la industria petrolera. Por un lado, las compañías refinadoras puras y las petroleras integradas, pretenden un valor del crudo lo más bajo posible para maximizar la rentabilidad del negocio del downstream, pagar menos regalías y comprar el petróleo más barato a terceros. Un precio alto del crudo local haría inviable la refinación. Proponen un barril interno en torno a los 35 dólares.

«Dada la falta de demanda, el barril criollo solo tendrá efecto cuando se recupere el procesamiento de crudo», señaló Arceo.

En el otro lado de la vereda, las empresas productoras y las provincias petroleras como Neuquén, reclaman un barril criollo a 45 dólares para repuntar el nivel de actividad, sostener las inversiones, el empleo y los ingresos por regalías e impuestos de las administraciones provinciales. 

“Dada la falta de demanda, el barril criollo solo tendrá efecto cuando se recupere el procesamiento de crudo. No habría crecimiento del nivel de actividad en los próximos 60 días, porque los excedentes serán significativos, recién se sentirá hacia el segundo semestres de 2020”, consideró Arceo. 

Aunque también puso reparos en la posibilidad de que el precio sostén se licúe ante la deprecio de la moneda y la imposibilidad de que se incrementen los precios en los surtidores.

El derrumbe del gas

Más allá de las particularidades del mercado del petróleo, el consultor destacó que “el problema central de la producción hidrocarburífera es la falta de inversión en el sector de gas natural”.

Dijo que habrá una fuerte contracción de producción durante este año porque desde el segundo semestre de 2019 casi no se registran equipos de perforación en las ventanas de gas seco y gas húmedo de Vaca Muerta, por efecto de la caída de precios derivada del exceso de oferta en el mercado local. En todo el país, en el primer trimestre del año se realizaron 10 pozos gasíferos, contra los 47 del mismo periodo de 2019.

En 2019 se terminaron 322 pozos de gas y en 2019 apenas 181. Se espera una fuerte caída de la producción en los próximos meses.

“Si no se modifica la política de precios, habrá un aumento de importación de gas en 2021”, indicó Arceo.

Consideró que, si bien la recesión que atraviesa la Argentina impide el sostenimiento de cuadros tarifarios medidos en dólares, tampoco se establecieron políticas específicas tendientes garantizar el sostenimiento del abastecimiento de gas. 

Según Economía & Energía, la crisis generada por el coronavirus conducirá a que los precios de la energía se utilicen como un salario indirecto para los golpeados ingresos de las familias argentinas, y se postergarán las actualizaciones de las tarifas durante 2020. 

Ruptura en la cadena de pagos

La consultora puso en relieve la crítica situación de la cadena de pagos. En el caso de la electricidad, la cobrabilidad de Cammesa, que en 2019 había sido del 93%, se desplomó en los últimos 60 días. En marzo fue del 60% y en la tercer semana de abril se hundió hasta el 20%.  La deuda de las distribuidoras con Cammesa asciende a $76 mil millones.

En materia de gas natural, la situación es más apremiante porque la deuda es directa de las distribuidoras hacia las productoras, por la morosidad de los usuarios y el congelamiento de tarifas. La ruptura de la cadena de pagos conduce hacia una baja de la producción en los próximos meses. 

La cadena de pagos en el gas está quebrada y en el sector eléctrico se acumulan deudas por $76 mil millones.

“En el sector eléctrico, Cammesa actúa como un buffer y se atrasan los pagos pero no hay una ruptura de la cadena como sucede con el gas”, señaló el ex YPF.

De acuerdo al panorama planteado por Arceo, la persistencia de de este escenario derivará en la necesidad de que el Estado subsidie a las distribuidoras para que paguen la deuda acumulada con las compañías petroleras, o que conforme un agente que concentre las compras de gas destinadas al sector residencial. 

Comentarios

Leave a Response

Anuncio TGN