Aconcagua enfrenta su mayor desafío: así es el plan para reestructurar toda su deuda
La compañía busca reestructurar de manera integral toda su deuda financiera, bancaria y comercial.
En lo que ya se perfila como una de las maniobras financieras más significativas del año en el sector energético argentino, Petrolera Aconcagua Energía S.A. formalizó ante la Comisión Nacional de Valores (CNV) un ambicioso plan de reestructuración integral de pasivos, acompañado por el anuncio de incumplimientos en el pago de tres series de Obligaciones Negociables (ONs).
El informe, presentado este lunes 14 de julio, pone blanco sobre negro: la compañía no realizó pagos por más de $8.000 millones correspondientes a capital e intereses de las ONs Clase I, IV y V, cuyos vencimientos operaron entre el 11 y 14 de julio. A pesar del impacto que genera semejante decisión, la empresa insiste en que se trata de una medida “estratégica, ordenada y temporal”, dentro de un proceso de saneamiento financiero de gran alcance.
Una reestructuración que va más allá de los bonos
La propuesta presentada por Aconcagua no se limita a los bonos impagos. Busca reestructurar de manera integral toda su deuda financiera, bancaria y comercial. La empresa pretende alcanzar una solución sostenible de largo plazo, que permita fortalecer su estructura, garantizar operaciones y abrir una nueva etapa de desarrollo.
Con la asistencia técnica de VALO Columbus, Aconcagua diseñó un esquema de reestructuración que incluye subastas en efectivo con descuentos del 50%, canjes por nuevas ONs en dólares de mediano y largo plazo (Dollar Linked y Hard Dollar), y el uso de incentivos para inversores tempranos. Además, incorpora mecanismos de “cash sweep”, rescates voluntarios y cláusulas de castigo y premio según el desempeño operativo (EBITDAX).
El cronograma de pagos está pensado para aliviar la presión en los primeros años: los bonos de mediano plazo comienzan a repagar capital recién en el año 3; los de largo plazo, a partir del año 5. Las tasas de interés van creciendo con el tiempo, desde un 2% hasta un 7%, según el instrumento.

El caso de Vista y Trafigura
Uno de los puntos más relevantes de esta operación es la participación estratégica de Vista Energy Argentina y Trafigura PTE LTD, dos socios clave con los que Aconcagua ha alcanzado acuerdos preliminares. Vista estaría dispuesta a modificar los términos del actual Farm-Out Agreement, reduciendo su participación sobre la producción futura del 40% al 20%, lo que representa un alivio operativo significativo.
Trafigura, por su parte, evalúa ofrecer alternativas de financiamiento, como líneas de crédito o el prepago de crudo, aunque su compromiso está supeditado al éxito de la reestructuración general. Ambas compañías serán excluidas del posible Acuerdo Preventivo Extrajudicial (APE), lo que evidencia su condición de aliados estratégicos y no simples acreedores.
Condiciones exigentes y alto riesgo de ejecución
Aconcagua se enfrenta ahora al desafío más complejo: convencer a sus acreedores. El plan requiere que al menos el 90% de cada clase de deuda adhiera a los términos propuestos. Además, deberá incorporar un nuevo inversor, obtener calificación crediticia para los nuevos bonos y cerrar acuerdos comerciales clave.
La compañía advierte que, si no se cumplen estas condiciones, buscará avanzar con un APE. Pero el camino no será sencillo. Las condiciones macroeconómicas, la normativa cambiaria y la confianza de los mercados jugarán un rol fundamental en la viabilidad del proceso.
Más allá del incumplimiento reciente, Aconcagua busca dejar en claro que no está abandonando sus obligaciones, sino trazando una hoja de ruta para poder cumplirlas. Reafirma su compromiso con la transparencia y la gestión responsable, y asegura que seguirá informando al mercado “en tiempo y forma”.
La jugada es arriesgada, pero quizás inevitable. En un contexto de presión financiera y restricciones operativas, la compañía apuesta todo a una estrategia de reordenamiento con respaldo de jugadores internacionales. Lo que ocurra en las próximas semanas será clave no solo para el futuro de Aconcagua Energía, sino también como termómetro de la resiliencia del sector energético argentino frente a la crisis de deuda corporativa que sigue latente.









