Petróleo: 2026 asoma con precios planchados y un nuevo examen para Vaca Muerta
Consultoras anticipan un 2026 con el barril de Brent entre 55 y 60 dólares. El escenario de "meseta baja" desafía la eficiencia en Vaca Muerta.
Después de dos años de vivir una montaña rusa de cotizaciones, con picos de tensión geopolítica que llevaron el barril por encima de los 80 dólares, el mercado energético global comenzó a bajar las revoluciones. Los últimos informes que circulan en las mesas de dinero y las proyecciones técnicas, como las recopiladas recientemente por la consultora Economía & Energía, coinciden en un diagnóstico que obliga a recalcular los Excel de las operadoras: la era de la volatilidad está dando paso a una meseta hacia la baja. El del petróleo 2026 pone en alerta al ecosistema Vaca Muerta.
Para entender lo que viene, hay que imaginar que el mercado desciende de una montaña escarpada. Atrás quedan las cimas nerviosas de 2024 y 2025; lo que el parabrisas muestra para 2026 es un terreno llano, estable, pero con una altitud considerablemente menor. El petróleo se encamina hacia una “paz barata”.
La discusión hoy ya no es si el precio bajará, sino cuánto. Aquí se abre una grieta entre la visión técnica y la financiera. Por un lado, la Administración de Información Energética (EIA) soltó el pronóstico más duro, situando el promedio del Brent —la referencia clave para Argentina— en los 55 dólares para todo el 2026. Si se cumple la visión de la agencia, estaríamos hablando de un recorte drástico del 20% frente a los valores actuales, con el crudo oscilando en una franja muy estrecha entre los 52 y los 56 dólares.

En la otra vereda, el mercado de futuros se permite un optimismo moderado. Quienes compran y venden contratos para 2026 ven al Brent estacionado en los 60 dólares. Es un escenario apenas mejor, pero que no oculta la tendencia de fondo: incluso esta visión más “bullish” implica una caída del 13% respecto a los futuros de este año. La curva de precios se aplana, casi sin vida, eliminando la esperanza de esos rebotes súbitos que a veces salvan los balances trimestrales. El WTI estadounidense, hermano menor del Brent, copiaría esta trayectoria, para moverse entre los 51 y 57 dólares según a quién se le pregunte.
¿Qué lectura se hace en Neuquén del precio del petróleo 2026?
Para los actores de Vaca Muerta, este escenario de “calma chicha” y precios deprimidos funciona como una prueba de ácido. La formación neuquina ya dio muestras de sobra de que su geología es de clase mundial, pero competir con un barril internacional que coquetea con los 55 dólares exige una sintonía fina en los costos que no admite errores.
Si bien los pozos más productivos en la ventana de petróleo (el core del negocio) tienen un break-even que soporta cómodamente estos niveles, la rentabilidad global de los proyectos de exportación se estrecha. Ya no bastará con sacar mucho petróleo; el desafío del 2026 será sacarlo y transportarlo con una eficiencia quirúrgica.

En este contexto, la “meseta baja” podría acelerar la selección natural de proyectos. Las áreas marginales o las operadoras con estructuras de costos más pesadas sentirán la presión mucho antes que los grandes jugadores integrados. Vaca Muerta seguirá en ascenso, sin duda, pero el viento de cola de los precios internacionales parece amainar, dejando a la industria argentina sola frente a su propia capacidad de ser competitiva. Los precios del petróleo 2026, marcarán el pulso de la industria.
El doble golpe: regalías más flacas y el freno de mano a la inversión
Más allá de los balances corporativos, este escenario de precios “planchados” tiene una lectura directa en las cuentas públicas. Para la provincia de Neuquén, la matemática es implacable: las regalías son un porcentaje directo del valor de venta. Un barril que cae de los 80 a los 55 dólares no es solo un dato de mercado, es un recorte automático en los ingresos fiscales que financian el presupuesto provincial. La “meseta baja” del 2026 augura, por decantación, una billetera estatal con menos margen de maniobra.
Pero quizás el efecto más delicado ocurra puertas adentro de las operadoras, en lo que los financieros llaman la disponibilidad de cash flow. La industria del shale es intensiva en capital; funciona como una rueda gigante que necesita inyección constante de dinero para seguir girando.
Con menos liquidez disponible, la capacidad de autofinanciar el desarrollo de nuevos yacimientos se resiente. Si en los años de bonanza el excedente de caja permitía acelerar planes y perforar de forma agresiva, un 2026 con precios deprimidos podría obligar a las compañías a ser mucho más selectivas. Menos cash significa menos pozos nuevos, y eso, a largo plazo, es el verdadero riesgo para el ritmo de expansión que Vaca Muerta supo sostener.









